El campo de Montiel

Geografía e Historia

GEOGRAFÍA 

El Campo de Montiel es una altiplanicie. Sus límites geográficos están claramente definidos en el sur por sierra Morena (en el Quijote, llamada Sierra Negra) y en el este por la sierra de Alcaraz. Sin embargo, por el oeste y por el norte limita con otra llanura, La Mancha, siendo estos límites difusos, pues la diferencia más significativa es la altura sobre el nivel del mar. Los pueblos montieleños se encuentran a una altitud media de 900 metros, mientras los manchegos, tan solo a 600. 

En la frontera norte de ambas comarcas se encuentra una formación geológica única, el parque natural de las lagunas de Ruidera. Un conjunto de 15 lagunas escalonadas a lo largo de 35 kilómetros de belleza sin igual, cuya visita es obligada. Las lagunas están alimentadas por las lluvias caídas en el altiplano montieleño que se desplazan de este a oeste en un viaje subterráneo saturándose de carbonatos cálcicos. A lo largo de los milenios la precipitación y sedimento de estos carbonatos han formado entre las lagunas unas barreras tobáceas únicas, llamados travertinos. 

Si se desea profundizar en esta singularidad geológica, se recomienda contratar los servicios de los guías turísticos de la quebrada del Toro, una falla donde se puede ver y comprender las distintas fases geológicas que dieron lugar a las lagunas. No obstante, hay que decir que el recorrido de la falla es muy abrupto y no es recomendable para personas con problemas de movilidad. 

HISTORIA 

En el año 1212 se produjo la importante batalla de las Navas de Tolosa. Una coalición de reinos cristianos, con la bendición del Papa que convocó una cruzada, se enfrentaron a los almohades, tropas del norte de Africa que habían venido a la península para unificar y apoyar a los divididos y débiles reinos de taifas musulmanes, los cuales se encontraban en desventaja militar respecto a los cristianos y eran tributarios de ellos. 

El resultado de la batalla fue favorable a los cristianos y, a partir de esa fecha, durante los años 1213 y 1214, fueron cayendo la totalidad de los castillos en poder árabe de la: Alhambra, Eznavejor, Torres de Xoray, Alcaraz, etc… sin embargo, un castillo permanecía en poder musulmán, rodeado de enemigos, Montiel. El castillo de la Estrella de Montiel era una roca inexpugnable encaramada en un cerro de pronunciadas pendientes. Para su conquista fue necesario construir el castillo padrastro de Santo Polo, alejado algunos cientos de metros, para refugio de los sitiadores, que persistieron en su intento durante 15 años, hasta que en el año de 1228 lo consiguieron. 

En la actualidad se está haciendo una importante labor de excavación del castillo de la Estrella por lo que se recomienda una visita guiada al lugar.  

Una vez conquistado completamente el terreno fue necesario la repoblación de las tierras, tarea que se encomendó a la Orden de Santiago. Estos monjes guerreros construían, o reconstruían, algunas iglesias fortalezas o encomiendas, que desempeñaban la función de recaudación de rentas y vigilar, en contacto visual y acústico con las fortalezas vecinas, para avisar a toque de campana y dar cobijo a los campesinos en caso de peligro. 

Algunos de estos primeros asentamientos se consolidaron, otros no. A lo largo de los siglos XIII y XIV, los habitantes de las aldeas de Jamila y Peñaflor, dependientes de Montiel, se trasladan a La Moraleja, lugar más fértil y menos insalubre, situado en el llano y carente de defensas, pues ya no eran necesarias.  

En 1421, el infante Enrique de Aragón, maestre de la Orden de Santiago, otorga a la Moraleja el privilegio de villa, independizándola de Montiel y pasando a llamarse Villanueva del Infante. Enrique era el tercer hijo de Fernando I, el cual, por el compromiso de Caspe, fue el primer rey de la dinastía Trastámara  de Aragón. 

La ambición de esta familia es increíble. Sus hermanos mayores, Alfonso y Juan, llegaron a ser los reyes de Aragón y Navarra, correspondiéndole a Enrique intentarlo en Castilla. En 1420, el infante Enrique perpetra el golpe de Tordesillas, donde secuestra a su primo, el rey Juan II, de 14 años, e intenta arrebatarle el trono mediante la maniobra de casarse con la princesa Catalina de Castilla, hermana del rey, cosa que hace el 28 de noviembre de 1420. No obstante, al día siguiente, quizás la noche de bodas le hizo bajar la guardia a Enrique, el joven rey consigue escapar con la ayuda de su privado, D. Alvaro de Luna, yendo a refugiarse al castillo de Puebla de Montalbán, que el conspirador no puede tomar, cayendo en desgracia y siendo apresado en 1423. Años después, el nombre de Villanueva del Infante fue cambiado por Villanueva de los Infantes, quizás para restar protagonismo al aguerrido infante en favor de sus hermanos, que también en alguna ocasión fueron sus enemigos. 

En 1573, el Gobernador y la Vicaría del Campo de Montiel se trasladan de Montiel a Infantes, debido al número de habitantes. En ese momento, el pueblo no dejaba de crecer, los personajes más notables de la comarca se hacen vecinos de aquí, construyen sus casas señoriales, verdaderos palacios cuyas fachadas son presididas por los escudos heráldicos de la familia y el urbanismo actual del pueblo se va conformando durante los siglos XVI y XVII. 

Sin embargo, la prosperidad termina y durante los siglos siguientes, XVIII y XIX, la comarca se queda prácticamente aislada. Los antiguos caminos reales que tenían su paso obligado por el Campo de Montiel, a través del puerto de San Esteban, dejan de ser utilizados con la construcción de la nacional IV por Despeñaperros y el ferrocarril Madrid-Andalucía. Los viajeros dejan de pasar por aquí y la zona entra en una fuerte crisis de estancamiento. Ya no tiene sentido invertir ni construir en estos lugares, por lo que el pueblo permanece aletargado, digamos que se queda como congelado en su anterior estado. 

Infantes y su comarca, por tanto, es un lugar idóneo si uno se quiere imaginar cómo sería una población típica del siglo de oro español. Mantiene las construcciones de entonces, incluso el número de habitantes, sin, prácticamente, ninguna evolución. Un paseo por el pueblo es un paseo por la historia, aunque con algunas diferencias fundamentales: la luz eléctrica, la red de saneamiento y el pavimento de las calles, antiguamente solo barro. 

Se recomienda un paseo por el pueblo de unas dos horas acompañado de algún guía turístico que nos explique la historia de los diferentes edificios existentes. 

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